Desde tiempos remotos ha existido un gran interés por la electricidad, la forma de producirla o almacenarla ha sido un asunto que ha involucrado a distintas civilizaciones a lo largo de la historia.
Existen datos que aseguran que en la antigua Mesopotamia averiguaron que el bronce era un conductor de energía. Incluso los egipcios (1300 a.C) llegaron a la misma conclusión con el oro. Estos hechos fueron los primeros pasos hacia las pilas que conocemos en la actualidad.
No fue hasta muchos años después, 1800, que Alessandro Giuseppe Antonio Anastasio Volta diese a conocer su gran descubrimiento, la primera pila. Este conde italiano nacido en el seno de una familia noble de Como, fue nombrado profesor de la Universidad de Pavía en 1779 y ahí conoció a Luigi Galvani. Este último, gracias a sus investigaciones, había descubierto que si unía dos metales con el músculo de una rana se originaba corriente eléctrica.
En ese punto, Volta decidió continuar con la investigación y poner en duda las teorías de Galvani llegando incluso a generarse disputas entre ambos. Galvani defendía la “bioelectrogénesis” pero Volta apostaba por que el tejido animal era innecesario. El avance de estos estudios por ambas partes concluyó en 1800 cuando el último publicase su gran descubrimiento gracias a una carta enviada al presidente de la Royal Society de Londres.
Este descubrimiento consistía en una serie de discos apilados donde se intercalaban algunos de zinc y otros de cobre (empezando con zinc y terminando con cobre o viceversa) con unos discos de fieltro o cartón impregnados en salmuera.
Gracias a su disposición era posible modificar la tensión al gusto. Este hecho supuso un gran avance y alcanzó el éxito rápidamente. Su descubridor a dedicó el resto de su vida laboral a estudios relacionados y a la publicación de cinco volúmenes donde se reflejaban sus descubrimientos.
Con el paso de los años se han ido desarrollando mejoras y modificaciones en las pilas hasta llegar a lo que hoy conocemos. Si miramos hacia atrás, en 1844 William Robert Grove consiguió aumentar con ácido sulfúrico la potencia de las pilas existentes y fueron empleadas para las redes telegráficas americanas. El gran cambio no llegó hasta 1860 cuando Gaston Planté una batería eléctrica de plomo y ácido que podía recargarse.
O en 1903, Thomas Alva Edison patentó las baterías de Níquel – Hierro empleadas en los primeros vehículos eléctricos. Posteriormente llegaron las pilas alcalinas en 1955 y más tarde las de litio que son las más empleadas hoy en día. Actualmente se están realizando estudios que buscan obtener una energía que genere menos impacto en el entorno y que reduzca el uso de elementos que puedan resultar tóxicos.
Las pilas se han convertido en un artículo esencial de nuestra vida para poder utilizar muchos aparatos electrónicos, pero debemos concienciarnos de que sus compuestos no son lo más beneficiosos para el medio ambiente. Por ello desde Recicla tus Pilas Andalucía os animamos a realizar un correcto reciclaje y hacer un buen uso de las mismas.