Reciclar las pilas es una actividad sencilla y de vital importancia para garantizar la sostenibilidad. Estas contienen algunos componentes altamente nocivos, metales pesados como el mercurio, el cadmio o el plomo, que pueden contaminar el suelo o el agua si se tiran a la basura orgánica. En concreto, una pila de botón puede afectar hasta 600.000 litros de agua mientras que una alcalina 175.000 litros.
La capacidad que tienen para generar daños ambientales es una razón más que suficiente para no tirar ninguna pila a la basura. No obstante, también hay que tener especial cuidado con el peligro de almacenar incorrectamente las pilas usadas.
Es muy común guardarlas en un «cajón desastre» con otros objetos: cables, cargadores, bolígrafos o clips, pero esta acción resulta altamente peligrosa ya podrían provocar un incendio. Un riesgo que suele pasar desapercibido para la mayoría de los ciudadanos, ya que no imaginan que esto pueda llegar a suceder.
¿Cómo es posible que una pila pueda provocar un incendio?
Las pilas tienen carga positiva y negativa, por ello, si un metal de los que se guardan en ese cajón entra en contacto con ambos polos, podría propiciar un cortocircuito y el consiguiente incendio.
Esta probabilidad aumenta con las pilas de 9 voltios, porque su forma la hace especialmente peligrosa al encontrarse la carga positiva y negativa en el mismo lado, separadas por escasos milímetros. Situación que incrementa la probabilidad de que un metal interaccione con ambos polos y se produzca un fuego.
Si deseas evitar el peligro de almacenar incorrectamente las pilas usadas, no las guardes en cajones con elementos metálicos y recuerda que podrás deshacerte de ellas en los lugares habilitados.